La vida se pasa en un instante, una vez echo cuentas y soy consciente del punto de la misma en el que me hallo. La imposibilidad de volver atrás me angustia, aunque no tanto como la amargura de un destino cierto, completamente ajeno a mi voluntad. Surge, entonces, la sensación de ansiedad por ejercer todo el control en cada uno de los momentos presentes, algo que no sucede. No hay éxito en este empeño, como no lo habrá jamás en la búsqueda de una senda constante de acciones acertadas, algo estadísticamente imposible. Lo adecuado es, entonces, caminar por un intervalo de confianza lo suficientemente amplio como para admitir que no siempre me equivocaré y que, al final de mis días, no desee, más que ahora, enmendar todo aquello que hice mal.
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Martes, 31 de Diciembre del 2024